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Nada más y nada menos, en 1700 Isisdre Sanmartí empezó a experimentar con harina de trigo y con el agua tan especial de su pueblo, Caldes de Montbui. Estas aguas, conocidas por sus propiedades termales, ofrecía una masa apta por el consumo inmediato, pero que se echaba a perder muy rápidamente. Con este problema, Isidre inventó una máquina de madera que prensaba esta masa con forma delgada y alargada, y después los secaba con el calor de las piedras de las termas, y así nacieron los primeros fideos. Generación tras generación, abuelo, padre, hijo, nieto… todos han seguido el mismo método, con pocas variaciones en el proceso para conseguir la pasta con el sabor tanto característico que los define. El secreto mejor guardado de este producto: las mágicas aguas termales de Caldes de Montbui y el saber hacer de 3 generaciones de una familia que ha llevado la pasta de su casa al nivel de las más famosas italianas e internacionales.